Felicidad

Hoy desperté con una pregunta en mi mente: ¿soy feliz? De pronto surgió todo un arsenal: ¿acaso soy más feliz que cuando era un niño mercachifles?, ¿mis decisiones en ocasiones nefastas, me han dado oportunidad de corregir el rumbo?, ¿estoy satisfecho con lo que tengo, o deseo más?, ¿me gusta ser como soy?


Los estudiosos dicen que la felicidad se confunde con una meta. Todo es cuestión de cómo se vea la vida y qué significa para cada uno. Aunque para ser feliz, siempre debe haber problemas como: emociones negativas, tristeza o enfado que activen la máquina del crecimiento.

Otros afirman que, la felicidad se compone de instantes que generen sensaciones agradables al cuerpo; aunque esto también requiere de trabajo y en ocasiones, no poco sacrificio. Otros dicen que la felicidad está en la bioquímica y en la producción de serotonina, dopamina y oxitocina, y que el incremento de las emociones se logra a través de la creatividad e innovación.


Recuerdo que el trabajo de mercachifles me daba mucho placer. Hoy, mi placer es viajar, escribir, tomar fotografías, jugar ajedrez y leer. Y muy en especial, disfrutar a mi familia y amigos; porque, aunque no soy muy sociable me gusta convivir con las personas que quiero, conozco y que llegan a mi vida por un camino que se une al mío. Todo es cuestión de expectativas.

Acepto que algunas de mis decisiones no han sido nada acertadas para mi vida; lo bueno es que se han convertido en mi hermoso enemigo y me han dado la oportunidad de crecer. Así como las olas del mar acarician las rocas de “Playa Escondida” en Baja California Sur, yo agradezco profundamente y dejo que las emociones fluyan como parte de una sola melodía. Día con día expreso mi gratitud a la vida.

Hace unos días conocí a la señora Araceli, una mujer de 74 años que atiende su papelería. Me ayudó a hacer un trámite por internet. Al verla escribir en el teclado correctamente y moverse con facilidad por las ventanas virtuales de información me recordó a mi madre. Comenzamos a platicar y me dijo que fue secretaria mucho tiempo y que, si quería escribir algo sin que nadie le entendiera, utilizaba la taquigrafía (igual que mi madre). Fue muy agradable ver expresada su alegría en su trabajo y lo orgullosa que se siente por ayudar y hacer bien las cosas. Concluyó que es la mente y el corazón lo que nos hace felices. Es imposible desafiar el proceso de envejecimiento de nuestro cuerpo; sin embargo, si decidimos podemos ser amortales al paso de los años en nuestra mente.  Hay que dar las gracias siempre por ello.

Siempre hay una fotografía que tomar, una historia que contar y, por supuesto, hacer más que decir. Podemos tener todo y aun así no disfrutarlo. Los psicópatas y los muertos son las únicas personas que no pueden sentir emociones dolorosas. Creo que uno de los motivos principales de infelicidad son las falsas expectativas (tanto las propias como las de quienes intentan hacernos felices) y el no hacer cambios en nuestra vida diaria. No basta con saber, debemos practicar.

Creo que la felicidad se parece más a la paz, la tranquilidad y el silencio. Es una decisión y una actitud personal. Es algo que se siente en el interior, una sensación de placer inmediato y satisfacción a largo plazo. Así, la vida tiene sentido y vale la pena. Mientras el médico no me recete Prozac, todo va por buen camino; de lo contrario, hay que trabajar más.

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